Apuntes de carretera: Fornet de la Soca

En una esquina del casco antiguo de Palma se halla desde hace poco un lugar especial. Llegué allí por la recomendación de una amiga, ya que es un sitio discreto, que podría pasar desapercibido con facilidad.

Al atravesar el umbral, uno atraviesa una puerta de tiempo, se encuentra con elaboraciones tradicionales hechas con técnicas de otra época, con recetas casi desaparecidas rescatadas de viejos recetarios y con dulces en vías de extinción que han hallado en Tomeu Arbona a su nuevo valedor.

El espacio de tienda es sencillo, con un toque rústico que cualquiera se apresuraría en calificar de “delicioso”. En medio hay una gran mesa que muestra, como si fuera un buffet de ensueño, algunos de los productos más apetitosos del Fornet: cocas de patata, ensaimadas elaboradas respetando las recetas más tradicionales, robiols, pequeños pastelitos troncocónicos de una variedad llamada gató, una gran coca «de quarto», cojines imperiales (coixins), etc. Más allá, en alacenas y anaqueles se distribuyen empanadas, cocarrois, cocas de verdura, crespells y demás especialidades mallorquinas. La sensación es inmejorable.

Detrás del mostrador, a través de una puerta de madera y vidrio, se atisba el obrador; todavía a media mañana sigue habiendo una gran actividad (grandes envases de miel y aceite de oliva vienen y van). En el extremo más lejano descansan tres grandes lebrillos, marrones y preciosos, donde se amasan las diferentes masas (aquí no usan amasadora, todo tiene un aire ancestral). Tomeu me cuenta cómo las mujeres de su familia hacían ensaimadas y cocas; y que más tarde tuvo un agroturismo en el que empezó a desplegar su arte con las masas. Él es realidad psicoterapeuta, pero la crisis le llevó a plantearse una nueva salida profesional, junto a su mujer, y dar el salto de abrir la panadería (donde hoy en día trabajan cinco personas). Le comento si no le pareció una osadía abrir un negocio tan especial en los tiempos que corren, y responde riendo que “pasara lo que pasara, no iba a estar peor de lo que estaba”. Por lo que pude ver durante el rato que estuve, en una mañana entresemana, la gente está respondiendo con entusiasmo a su original propuesta, el negocio va viento en popa.

Tomeu me cuenta con pasión cómo ha recuperado viejas maneras de hacer dulces, sin aditivos ni mejorantes, ofreciendo texturas y formas casi olvidadas. Me habla con cariño de sus rubiols de sobrasada y miel, y de cómo elabora la coca de cuarto o las ensaimadas. Hace mucho énfasis en que allí se vuelcan con los ingredientes, intentando reproducir las recetas tal y como eran en un origen.

En la entrada al Fornet dice rebosteria artesana. En catalán, como en castellano, rebosteria/repostería tiene un vínculo directo con el rebost (por desgracia, su hermano castellano, reposte, ha caído en desuso. En realidad, la palabra repostería designaba en origen al lugar donde se guardaba la plata y el servicio de mesa, así como a las provisiones e instrumentos del oficio de repostero). El Fornet de la Soca se aparece entonces como esa despensa mágica, ese lugar de otro tiempo lleno de manjares y enseres deliciosos: el rebost. Al cabo, tanto este lugar como la palabra rebost se me antoja como un espacio para el paladar y algo más.

Ya en casa, puedo saborear su pan. Lo hacen blanco, medio e integral, de una variedad tradicional de trigo de la isla que se está recuperando. El integral, de aspecto casi pétreo, es densísimo, dulzón y jugoso, la ausencia de sal (sello inconfundible de estos panes mallorquines) parece sacar aún más todo el sabor del cereal. El cojín imperial es una masa abriochada memorable, ligera pero jugosa, elaborada con manteca; viene en un pequeño molde de cartón rectangular marrón, de donde emerge una almohada de fantástica masa dorada.

Fornet de la Soca.
Sant Jaume, 23. 07012 Palma

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Entrevista a Xevi Ramón, de Triticum

Xevi Ramón me viene a buscar a la estación de tren de Cabrera de Mar (Barcelona); él es de aquí, de familia panadera de aquí. De hecho, de camino al obrador pasamos por la casa en la que se crió y por los campos de su familia (en los que ya planea cultivos para usar en sus panes), todo muy cerca de la casa en la que vive.

El obrador, que en apenas 6 años ha triplicado sus dimensiones, es un impresionante despliegue técnico: cámaras de fermentación controlada, de ultracongelación,  horno de solera con varios pisos con un espectacular cargador automático, etc. Y uniendo el siglo XXI con los métodos más tradicionales hay manos; manos venidas de Alemania, Argentina, Senegal, o Vilassar de Mar, pero formadas en la casa.

Triticum ofrece una mezcla curiosa: produce (¡oh, anatema!) pan precocido ultracongelado, pero lo hace usando los mejores ingredientes, masa madre natural, largas fermentaciones y cocción en solera. El resultado es un pan sencillamente delicioso. Por el momento sólo está disponible en los mejores restaurantes (de toda España, incluso en Francia e Italia). No obstante, este hombre de energía arrolladora ya tiene planes de abrir en otoño un lugar especial, anexo al obrador, donde el público podrá comprar pan, asistir a cursos y empaparse de cultura panarra (y de paso los panaderos se darán el gusto de poner cara a su público, normalmente lejano).

Todo este lugar reluce, la sensación de limpieza exquisita y organización lo invade todo. Pocas personas para un volumen de producción considerable. Ramón supervisa minuciosamente todo el proceso, desde el ingrediente mínimo, pasando por el formado o el empaquetado; nada escapa a su afilada mirada. Sus ojos verdes (muy bonitos, por cierto) lo escudriñan todo, como los ojos de un águila.

Ramón tiene un indudable mérito empresarial, una gran visión y confianza absoluta en lo que hace. Y lo mejor de todo es que hace un pan muy bueno; tal como entiende el pan: de corteza intensa y oscura, rojiza, con el punto justo de amargor y lleno de cereal. Como declaración de intenciones siempre usa masa madre natural, no hace pan blanco y obliga a sus clientes a no servir pan caliente. En el fondo, hace lo que le apetece y disfruta haciéndolo.

La grabación de la entrevista está aquí.

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Entrevista a Per Åström, de Surdegskartan.se (El mapa de la masa madre)

Siguiendo con la serie de entrevistas acerca de propuestas e iniciativas que se están llevando a cabo para promocionar el buen pan en otros países de nuestro entorno (que comencé con la entrevista a Chris Young, de Real Bread Campaig), he aquí una iniciativa que llega desde Suecia: surdegskartan.se, «El mapa de la masa madre». Este sencillo mapa de buenas panaderías está tomando importancia en Suecia como lugar de referencia panarra. Per Åström, la persona detrás del proyecto, accedió a desvelar los entresijos de la web, espero que pueda ser de interés. Tal vez para hacer algo similar (el embrión de un proyecto parecido nació hace tiempo en El Foro del Pan) o bien aprender de sus virtudes y defectos y hacer algo totalmente diferente. En cualquier caso, siempre es bueno escuchar.

¿Qué es Surdegskartan.se? ¿Cómo funciona? ¿Por qué no hay imágenes de los panes de cada panadería?

Surdegskartan (literalmente “El mapa de la masa madre” es una web que te descubre panaderías en Suecia que usan masa madre natural, surdeg. Contiene más de 160 panaderías de todo el país (y tengo otras diez más que publicaré en breve). Muestra el nombre y la dirección de todas las panaderías y también las sitúa en un mapa, para que puedas hacer búsquedas por ciudad, o bien ir mirando en el mapa hasta que encuentres una cerca de ti. Los usuarios también pueden comentar acerca de las panaderías; y si la panadería usa Gowalla (una aplicación social de localización parecida a Foursquare) también se muestran las últimas visitas.

Lancé la web en enero de 2010 con unas diez panaderías, y no ha parado de crecer desde entonces. Ha habido dos panaderías que han desaparecido, pero porque los negocios cerraron. Todavía sigue creciendo de manera paulatina, ya que cada vez más gente conoce de su existencia y hay más y más panaderías.

¿Cómo surgió? ¿Por qué se te ocurrió hacer un mapa de buenas panaderías que usen masa madre? ¿Haces pan?

Todo comenzó en otoño de 2009: vivo en el oeste de Estocolmo y trabajo en el este, adonde voy cada día en bici. Para ir variando, suelo elegir diferentes caminos, y me di cuenta de que estaban abriendo nuevas panaderías. Como me gusta el pan, muchas veces hago un alto en el camino para comprar pan de vuelta a casa.

Una noche usé Google Maps para hacer un mapa de las panaderías que había probado, creo que eran unas seis o siete. Hice que el mapa fuese colaborativo (para que todo el mundo pudiera editar el contenido), y lo publicité en mi blog. Al día siguiente, alguien (a quien no conocía) había añadido una panadería, ¡qué sorpresa! Eso me hizo descubrir que tal vez había más y que un listín de los buenos sitios iba a ser útil.

Tengo un amigo, Ted Valentin, que había hecho una red de webs con mapas de servicios, por ejemplo hotellkartan.se (el mapa de los hoteles), sushikartan.se (el mapa del sushi), cafekartan.se, etc. Así que le sugerí que hiciéramos el mapa de la masa madre (ya había al menos dos personas a quienes les sería útil). Muy educadamente me dijo que no, que era un nicho muy reducido. Así que le dije que lo intentaría hacer yo solo. El único problema es que yo no soy programador. La manera que tuve de hacerlo fue usar cosas que otros habían hecho ya y combinarlas. Fue un reto técnico en el que aprendí mucho, pero la web se hizo en menos de 10 horas y sin conocimientos de programación, usando exclusivamente software libre e información de Internet. Uso WordPress (CMS), Google Maps (para los mapas), Disqus (para los comentarios), etc. Estos son los bloques que forman toda la web.

No soy panadero (a pesar de que a una parte de mí le gustaría), pero el mapa solucionó mi anhelo de encontrar y recordar panaderías. Quiero que la gente conozca esas panaderías, para que las encuentre y pueda comprar mejor pan. Creo que ha habido un gran cambio en Suecia (especialmente en Estocolmo) en los últimos dos años, la gente está descubriendo y apreciando el buen pan. Es algo que va extendiéndose, y las panaderías más pequeñas van acercando la posibilidad de obtener buen pan.

¿Quién está detrás de esta idea? ¿Hay un formulario que las panaderías puedan rellenar para aparecer en la web (y conseguir su pegatina identificativa) y que los usuarios comenten?

En la web hay un formulario para que cualquiera sugiera una nueva panadería. Manualmente me encargo de registrar los nuevos sitios y de encontrar más información sobre ellos.

Hice las pegatinas para que la web fuese conocida por la gente a quien podría ser útil: los clientes. He enviado pegatinas a todas las panaderías mencionadas, y he visto que algunas las han puesto en la puerta, y me han dado respuestas muy positivas. Va a haber un nuevo envío en 2011, me gustaría que las panaderías citadas las fueran coleccionando.

¿Tienes algún tipo de control sobre la calidad de las panaderías del mapa? Por ejemplo, ¿qué sucede si una panadería dice hacer un pan de masa madre fantástico, pero en realidad produce un pan horrible lleno de aditivos y levadura? ¿Filtras los comentarios? ¿Se eliminan panaderías del mapa si tienen muchos comentarios negativos?

Esto ha generado bastante discusión, y no tengo una “línea oficial” sobre cómo citar o criticar a las panaderías. Quiero que las que estén sean panaderías “de verdad” (que hagan pan a mano y con buenos ingredientes); quiero que las críticas sean útiles para los visitantes y para mí mismo, que ayuden a saber si algún lugar no es bueno. Nunca he quitado ninguna panadería por motivos de falta de calidad, pero hay algunas que no he añadido ya que no parecían ser lo suficientemente buenas.

En un principio había un sistema de estrellas: los visitantes podían puntuar de 1 a 5 estrellas, pero no funcionó muy bien. Muy poca gente las usaba, y las buenas panaderías podían recibir una mala puntuación por culpa de tan sólo una o dos personas que les otorgaran una estrella; así que quité el sistema.

No censuro los comentarios. Algunos comentarios provienen de clientes enfadados, pero me gustaría que fueran las panaderías las que respondieran públicamente. Normalmente se trata tan sólo la opinión de un usuario; pero si empiezo a quitar comentarios sería muy difícil saber dónde parar y trazar una línea. Cualquier sugerencia de mejora a este respecto es bienvenida.

¿Cómo han recibido los panaderos esta iniciativa? ¿Recibes críticas de panaderías a las que no les gusta la web?

No. Ni las panaderías pagan nada por estar, ni yo gano nada con ello, así que lo hago por placer y porque me divierte promover el buen pan. Me hizo muy feliz recibir correos de panaderías a las que les llegaron las primeras pegatinas, y me alegra que la gente vaya a comprar pan después de usar la web. También me gustaría que las panaderías anunciaran mejor la web y que más gente mostrara las pegatinas en la puerta. Creo que tiene que haber un esfuerzo de todos los implicados para poder realmente ayudar a la gente a descubrir el mejor pan.

¿Tienes más planes para el futuro? Por ejemplo, crear una asociación y pedir al gobierno (o al gremio de panaderos) algo así como un sello oficial de calidad (o bien algo como lo que “Real Bread Campaign está haciendo en el Reino Unido).

Me encantaría hacer más, pero no he tenido el tiempo suficiente. Me gustaría tener mejores fotografías, y encontrar una manera de que las propias panaderías pudieran subir información para que todo estuviera más al día. También creo que podría ser de algún interés para las empresas y organizaciones relacionadas con las panaderías, pero no he hecho nada al respecto.

¿Sabes de algún proyecto similar en el extranjero? Con la experiencia que has acumulado, ¿cuál es el principal consejo que le darías a alguien que quisiera hacer “El mapa del buen pan”?

Pues sobre pan en sí, nada. Pero lo que sí le sugeriría a cualquiera, en cualquier sitio, es sencillamente que lo hiciese. Es muy sencillo empezar (unas pocas horas de trabajo) y no cuesta nada. Tengo unas 150 visitas al día y, aunque esto no sea mucho, espero que cada uno de esos visitantes lo encuentre de utilidad. Con eso me vale por ahora. También he publicado en mi blog todo lo que he aprendido, por si a alguien le interesa leerlo. Aquí están todas las entradas.

Varios periódicos han hablado sobre el proyecto, y también me han invitado a hablar en una de las conferencias más importantes de Suecia (sobre montar webs sin recursos).

En un contexto más amplio, ¿qué puedes decir sobre el estado del pan y las panaderías en Suecia? ¿Cómo era hace 10 ó 15 años, y cuáles han sido los cambios más importantes?

Ha ganado mucha popularidad recientemente. Han abierto muchas panaderías pequeñas, y la gente disfruta haciendo pan; también hay una tendencia de hacer más pan. Es parte del estado de toda la industria alimentaria, ya que la gente está descontenta con lo que come, y mucha de la comida está llena de porquerías. Incluso si te alimentas de comida malísima, es fantástico poder comer buen pan de vez en cuando. También hay mucha gente reaccionando contra el hecho de que hay algunos panes que están exactamente igual (de aspecto y sabor) al de una semana de comprarlos, lo cual es totalmente antinatural.

Soy consciente de que es una moda, pero espero que llegue a convertirse en algo permanente. Este es mi granito de arena.

¿Algún otro comentario o sugerencia?

Me sorprende saber que el estado del pan en España no es muy bueno. En Suecia se lee mucho sobre comida española, cómo sus chefs y su cocina inspiran al resto del mundo. Para mí existen tantas buenas razones para apreciar el buen pan: su sabor, su aspecto, su aroma, su textura, toda el arte que hace falta para hornearlo, y toda la cultura que lo rodea.

Todo lo que hace que un buen pan sea bueno es también lo que hace que un pan horrible sea horrible. Algunos dicen que el pan es caro (o que el buen pan es mucho más caro que el malo), pero no estoy de acuerdo: por supuesto que cuesta más, pero también recibes más a cambio. El pan asqueroso de supermercado no es el mismo producto, así que no habría que compararlos. Yo diría que sólo hay que comer pan que ha sido tocado por la mano de una persona (pero también influyen otras muchas cosas).

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Especias de pan

Tenía en casa dos paquetitos de especias; uno traído de Austria y el otro de Suecia. En los dos había una mezcla de semillas aromáticas, mayormente umbelíferas. Me decidí a hacer el mismo pan con cada una, para apreciar las pequeñas diferencias y matices.

En el norte, centro y este de Europa, los panes de centeno, rústicos y jugosos, se aromatizan normalmente con alcaravea, anís, hinojo o cilantro. Es un sabor básico, consustancial al pan. Muchos panaderos, de hecho, las echan junto a la sal, y mucha gente sencillamente no concibe determinados panes sin ellas, igual que no los concebiría sin sal. Me gustan estos sabores que millones de personas tienen por cotidianos, sabores que forman parte de sus recuerdos más básicos e íntimos. Imagino que para muchos españoles el sabor de un palo de canela y un trozo de piel de limón cociéndose en leche, o bien el de unos ajos friéndose en aceite de oliva, tendrá el mismo efecto: la calidad de memorable. Así que me gusta meterme en la memoria de otros, mirar dentro de sus recuerdos y quedarme ahí un buen rato; con especias de pan.

En sueco y alemán, las palabras brödkryddor y Brotgewürz son conceptos cotidianos, uno puede ir a un supermercado a comprar brödkryddor y Brotgewürz, las venden molidas, listas para echárselas a tu pan; añadir un par de cucharadas de recuerdos a la masa de centeno. Las Brotgewürz tenían semillas de cilantro, hinojo, alcaravea y alguna cosa más que no supe identificar, eran ligeramente picantes y con un sabor profundo y oscuro; las brödkryddor tenían anís e hinojo en grandes cantidades, y un poco de alcaravea, eran más cítricas y suaves. De panadería a panadería, de casa a casa, imagino las mismas sutiles diferencias en especiado que se dan, por ejemplo, entre gazpachos de diferentes familias.

Hice una buena cantidad de masa de centeno blanco* (85% centeno blanco, 15% trigo); de ahí formé varios panes a los que añadí las distintas especias de pan; no demasiadas, fui cauteloso con las especias. El resultado es un pan muy esponjoso, suave, aromático y que invita a sentarse con una taza de té.

*Siempre me ha sorprendido el que aquí la gente casi siempre que consume trigo lo toma en pan blanco, y casi siempre que consume centeno (lo mismo vale para la espelta) lo toma en pan integral. Con lo increíblemente esponjoso que es el pan de harina blanca de centeno.

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En la panadería Épi, en Gävle (Suecia)

La ciudad portuaria de Gävle (se pronuncia algo así como «yevla»); hasta hace tres semanas no había oído ese nombre en mi vida. Sin embargo, el viernes recorrí el camino de Uppsala a Gävle sin saber que iba a tener una gran experiencia: iba a aprender a desaprender. Y el panadero Henrik Nilsson es quien me iba a enseñar.

Henrik y Kristina abrieron la panadería Épi (con su pequeño y coqueto café) hace algo más de un año. Abren de martes a domingo y se ocupan de todo: los panes, los pasteles, el buffet de desayuno de los sábados, etc. Todo lo que hacen proviende de la agricultura ecológica y en cada uno de sus panes utilizan masa madre.

Henrik es un panadero bastante especial. Anders, el granjero panadero, me había hablado de él, ya que pasó por la granja en la que estoy pasando una temporada, y me había contado lo mucho que sabe (bueno, realmente sabe aún más). Pero lo que no me había podido explicar es la manera que tiene Henrik de entender el pan y su elaboración. Ha trabajado en algunos de los mejores obradores de Suecia y también en Alemania. En Épi mezcla un poco de todo eso con panadería francesa y su especial intuición.

La noche anterior, durante la cena, recuerdo que hablamos acerca de Chad Robertson y su panadería Tartine. Al comentarle lo mucho que me había gustado el libro Tartine Bread, me contó que, casualmente, había estado allí, hablando con Robertson, y que pudo pasar un día con el equipo, viendo cómo trabajaban; me contó la gran admiración que experimentó al ver la manera tan especial que tienen de formar sus masas, con ese «formado estructural» que es casi la antítesis de lo que dicen los manuales. En Tartine, más que bolear, pliegan sus masas de gran hidratación suavemente, de modo que la tensión de la parte exterior sujete el conjunto, pero que la parte central quede relajada. Creo que, curiosamente, esa panadería de San Francisco que nunca he visitado fue un importante nexo de unión en aquella noche en la ciudad portuaria de Gävle.

Después hablamos de cómo era y es el pan en Suecia. Ya son varias las personas que me han contado que el pan en Suecia dejaba mucho que desear hasta hace no demasiado. El pan que la mayoría prefería era dulzón, lleno de mejorantes y sirope, con un glaseado brillante y una textura algo artificial. Hace unos años que el pan de masa madre ha revivido con fuerza y, sobre todo en Estocolmo, existe una gran moda al respecto (en esto he decir que también he notado bastante retintín en las personas que me lo han dicho). El pan al que hacen referencia Henrik y las demás personas con las que he hablado vendría a ser algo parecido a lo que, fuera de Suecia, se ha dado en llamar limpa. Curiosamente, en Suecia no existe con tal nombre, ya que limpa no significa más que hogaza (emparenta con el alemán Laib y el inglés loaf); por lo que me han comentado, decir que el limpa es un pan tradicional sueco es como decir que el loaf es un pan tradicional americano o inglés.

Henrik hace pan sueco, desde su Absolut råg (me encanta ese nombre; råg es centeno) hasta los bollos de canela o cardamomo; pero también hace pan inspirado en las técnicas y recetas de otros lugares (como unas preciosas baguettes con levain y poolish o un pan de aceitunas con mucha hidratación). Y, lo que es más interesante, añade siempre sus ideas, las ideas de otros, y todo lo que hay entremedio de unas y otras… cosas realmente soprendentes en muchos casos. Pasé exactamente 9 horas de pie en el obrador, y en ese tiempo Henrik me dio una serie de lecciones que jamás olvidaré. Él entiende la elaboración del pan como un flujo continuo más que como una sucesión de pasos. Por ejemplo, en algunos de sus panes, como su pan blanco de levain, de inspiración francesa, deja a un lado lo mucho que sabe sobre procesos de fermentación (pointage, apprêt y demás familia) y simplemente sigue la evolución del pan en un proceso en el que las barreras entre fermentación y formado se difuminan. Dependiendo de la calidad de la harina, de la temperatura o del tiempo del que dispone, ha elaborado las más curiosas técnicas de formado y horneado directo. El pan fluye.

Me encantan las panaderías donde trabaja un solo panadero, tal vez porque, como panadero casero, el ambiente me resulta familiar. Henrik utiliza una preciosa amasadora alemana que tiene un émbolo que hace subir y bajar lentamente un único brazo, plegando la masa suavemente a cada vuelta, casi como lo harían las manos de un panadero. Me contó que todo es de segunda mano menos el horno, donde invirtió buena parte de sus ahorros. Viéndole ir de un lado a otro al ritmo de las alarmas que le indican cuando plegar la masa uno no puede evitar la idea del flujo.

Pude probar varios de los panes de Épi. Recuerdo con especial entusiasmo un pan 100% centeno con una textura que te haría sospechar que allí había no menos de un 30 % de trigo (resulta que, contra todo lo que se suele leer, amasa su pan de centeno durante más de 20 minutos); también aluciné con su pan de higos y anís con algo de centeno (me dijo que llevaba más semillas de anís de las que parecerían razonables), era el pan perfecto para queso. Todos los panes que se elaboran en Épi tienen masa madre: curiosamente ninguno me pareció especialmente fuerte. Henrik me contó su punto de vista sobre la masa madre, la manera en que la trabaja y la entiende: algo así como un péndulo. Para Henrik, intentar mantener la madre en un punto concreto de sabor, muy suave, muy fuerte, intermedia, puede llegar a hacer que se «atrofie», pierda interés o incluso se pase de extremo; así que él encuentra mucho más interesante ver la madre como un péndulo, en constante movimiento de uno a otro punto de la escala de sabor, un ser vivo. Lo gracioso es que todos los panes que probé tenían un sabor perfecto; los de trigo tenían un toque dulzón en los que la madre no se imponía en absoluto, los de centeno tenían esa garra que se les supone: todo parecía estar perfectamente en su sitio y no ser fruto del azar de un péndulo que viene y que va. Creo que esto es saber hacer pan.

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Pan con Robin Food

En el 2010 he tenido la suerte de conocer a mucha gente relacionada de alguna u otra manera con el pan. Mucha gente apasionada (como los que se dieron cita en lugares ya míticos como PanForum o la Festa del Pa de Tagamanent), panaderos caseros y profesionales, y luego gente que, sin dedicarse al pan, son enamorados silenciosos. David de Jorge es uno de estos últimos. Conocía su antigua web y había leído Porca Memoria, pero este año he podido convivir con él en varios programas para ETB, y he descubierto una manera única de hacer televisión.

Pese a que David cultiva una imagen desenfadada, de guarrete (con sus inolvidables Guarrindongadas – por fin alguien se anima a hacer algo así), es en realidad una persona exquisita, meticulosa como pocas. La suerte ha querido que me haya invitado a grabar con él, en una especie de misión evangelizadora panarra televisiva, dentro de su espacio «Robin Food, atracón a mano armada». Me he decidido a poner aquí los cuatro programas que grabamos en 2010, a modo de memoria del pan, para que estén agrupados y se puedan consultar todos juntos, y también para rendirle un homenaje.

En 2010, pero en la temporada pasada, cuando me invitó a hacer un programa de pan, mi intención primera fue hacer un pan con masa madre, pero lo limitado del tiempo (y el miedo a asustar a la audiencia) me hicieron escoger un pan sencillo pero con fuerza. Un pan de trigo, centeno, pasas y nueces hecho con un prefermento de levadura. (Aquí el enlace al programa en la web de David de Jorge).

Visto el éxito del programa, nos lanzamos a una tarea más ambiciosa; mostrar las ideas básicas detrás del pan primigenio, un pan con masa madre natural. Para ello necesitamos dos programas, uno para hacer la masa madre, y otro para elaborar el pan. El primer programa, en el que se muestra la elaboración casera de una masa madre, se complementa con unas tostadas golfas y pecaminosas. (Aquí el enlace al programa en la web de David de Jorge).

Al día siguiente, por fin, hicimos pan de masa madre natural en la televisión. Tanto el equipo de David como yo teníamos miedo de cómo iba a reaccionar el público; pero resultó ser uno de sus programas más vistos, e incluso fue líder de audiencia en Guipúzcoa en su franja horaria: la gente quiere pan. (Aquí el enlace al programa en la wed de David de Jorge).

En Navidad aprovechamos la excusa de hacer un roscón de reyes casero para seguir enseñando a la gente que es posible hacer grandes cosas en casa con un poco de harina y cariño. (Aquí el enlace al programa en la web de David de Jorge).

El programa de David es un sitio especial. No hablo sólo de ese carácter especial que él imprime, ese desenfado y ausencia de tonterías que está cautivando e inspirando a mucha gente por todo el mundo, sino por las cosas que no se ven. Me fascina la capacidad que tiene David de salir programa sí programa no con un libro… ¡y no espantar a la audiencia!; o bien la cantidad de referencias de la cultura popular o clásica.
Creo que ha dado en el clavo al ser capaz de abarcar todos los registros, desde el más guarrete (que le hace empapuzarse de las inmundicias más repulsivas; qué envidia) hasta el más delicado y sensible. Sin duda estamos de suerte de poder disfrutar de algo así (y yo de poder colaborar con él).

¡Viva Rusia! (y este enorme ser tan grande como bueno).

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Apuntes de carretera: Ecotahona del Ambroz

(Abro una pequeña sección «Apuntes de carretera» dedicada a esos encuentros inesperados y fugaces, al volante, con panaderías, panaderos y panes de aquí y de allá. Carretera, manta y pan.)

De ruta por Extremadura, me acordé de la Ecotahona del Ambroz. Había probado sus panes en PanForum y me gustó el sabor (y color) de su pan de castaña; además de todo lo bueno que había oído de ellos. Así que me planté en Aldeanueva del Camino, a un paso de Hervás y la Sierra de Béjar.

Pillé a Fernando y Arancha con el delantal y el gorro puesto (Carlos ya había terminado), dando los últimos toques a lo horneado durante esa mañana. Ultimaban los preparativos para la feria de Plasencia (donde acuden regularmente, además de a la de Hervás); bolsas con panes listos para la venta; últimas anotaciones en el ordenador. Es más, gracias a la visita estoy seguro de que llegaron tarde a comer.

La Ecotahona es «la otra» panadería de Aldeanueva, ya que es nueva, trabaja el pan de manera algo diferente, y no venden mucho en el pueblo. Todo lo que hacen es ecológico, usan masa madre natural, tienen una pequeña producción hecha con gran mimo y  centrada en grupos de consumo y ferias, y (lo que más me llamó la atención) son unos panaderos apasionados, que se han volcado en su nueva actividad provenientes de campos como la economía o la sociología. Otros miembros de «la cofradía de nuevos panaderos»; gente que, sin haber mamado el oficio, están ayudando a revivir el buen pan.

Me contaron que hace tres años empezaron «a lo bestia», con poco más que sacos de harina e ilusión; con más dudas que otra cosa, pero con grandes ganas de aprender. En nuestra breve charleta pude notar una curiosidad que llamaba la atención, un oído listo para tomar nota de los detalles y la voluntad de experimentar y aprender cada semana.

Visto lo inmovilista que es muchas veces el mundo panadero, me pareció refrescante esa ansia de aprender y probar y probar. Además de sus panes de trigo blanco e integral, espelta, semillas o centeno (lo elaboran con trigo en proporción 80/20%, pero están pensando sacar un centeno 100%), en las baldas había pequeñas pruebas y ensayos,: espirales saladas, un pan hecho con restos de otras masas (con el que posa Fernando en la última foto, para consumo propio; ¡no saben nada!). También elaboran repostería; el día que estuve había unas bandejas con pequeños bollos de leche con pasas, que me recordaron al panquemao. (También pude saborear su harina de castañas, qué rica hasta en crudo.)

Por mi parte, les compré un pan de espelta que tenía un color marrón delicioso, un aroma realmente bueno y que aún mejoró un par de días más tarde. Buen pan.

Al fondo, su bonito horno de leña de solera giratoria que ya estaba aquí cuando llegaron. Me pregunto cómo serían los panes que elaboraba el antiguo panadero. Es bonito que la encina vuelva a arder y que salgan nuevos panes a paladas.

A pesar del momento de crisis, Fernando (que es economista) se mostraba optimista; es un buen momento para la gente que quiera hacer bien las cosas. Hacen unos 100 kg de harina al día, van poco a poco; pero me llevé la impresión de que, más que crecer, lo que les importa es tener vínculos cercanos y fuertes con sus clientes y la gente que les suministra los ingredientes.

Arancha y Fernando posando satisfechos, llenos de harina, e imagino que cansados, después de un día de trabajo.

Más información:
www.ecotahonadelambroz.org
Las Olivas, 122. Aldeanueva del Camino, Cáceres. 927484163

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